LinkedIn no es lo que muchos creen.
Existe la idea de que todos revisamos LinkedIn a diario y que los mensajes serán aceptados o respondidos al instante.
Falso. Muy lejos de la realidad.
Aunque la red existe desde 2003, su uso masivo recién se dio en los últimos años—y principalmente en Estados Unidos. En el mercado hispanohablante, la adopción todavía es baja y muy desigual:

¿Qué implica esto?
La mayoría de las personas acepta invitaciones después de dos o tres semanas y responde mensajes recién después del tercer o incluso quinto intento.
¿Por qué sucede esto?
En primer lugar, porque solo una pequeña parte de los usuarios accede todos los días, y generalmente se trata de personas que buscan captar clientes o trabajan en áreas como ventas, reclutamiento o marketing.
En segundo lugar, muchas personas aún no entienden bien cómo usar LinkedIn. Por eso siguen siendo comunes los cursos básicos sobre cómo completar un perfil o hacer búsquedas. La mayoría simplemente no domina la plataforma.
En tercer lugar, quienes están en LinkedIn no reciben solo tu invitación. Reciben muchas más, de diferentes tipos, constantemente. Tu mensaje compite en un mar de otros mensajes. Si no logras destacarte, pasarás desapercibido. Por eso es clave optimizar tus textos, evitar errores como intentar vender en el primer mensaje, y generar una conexión real antes de hablar de tu producto o servicio.
En cuarto lugar, si no haces seguimiento, desapareces. Vivimos en un mundo saturado de información. Nadie parece tener tiempo para leer una propuesta. Cada persona recibe decenas de mensajes por semana, por lo tanto, las probabilidades de que elijan el tuyo son bajas si no tienes una estrategia clara. Si tu tasa de respuesta está dentro del 5/10%, vas muy bien.
Y finalmente, hay una técnica que sí funciona: empatía, relevancia y pedido puntual.
Primero, muestra interés real por la otra persona. Algo simple como “¿Cómo estás? Vi tu perfil y me pareció interesante lo que haces” suele ser suficiente para iniciar una conversación.
Luego, explica por qué lo que ofreces podría ser útil para esa persona. Por ejemplo: “Vi que trabajas en ventas y pensé que esta herramienta para automatizar la prospección te podría interesar”. No intentes vender de inmediato. Enfócate en aportar valor.
Y por último, haz un pedido claro. En lugar de decir “Si te interesa, déjame tu correo”, es mucho más efectivo preguntar: “¿Tienes un correo o teléfono donde pueda contactarte?”. Así generas compromiso y dejas claro que esperas una respuesta. Si la persona responde, la conversación avanza. Si no, tendrás margen para seguir en otro momento.
LinkedIn no es magia, pero funciona si entiendes cómo se comportan las personas y adaptas tu estrategia a la realidad del mercado.
¿Y si no me responden?
Es importante entender que LVI automatiza el alcance, pero no influye en el interés de las personas por tu producto o servicio. La tasa de respuesta depende directamente de tu perfil, tu propuesta de valor y cómo está planteado tu mensaje. Si hicieras este mismo trabajo de forma manual, probablemente obtendrías aún menos resultados, ya que se pierde consistencia, volumen y seguimiento.
El verdadero valor de LVI no está en cuántas respuestas recibes, sino en todo lo que te permite hacer sin esfuerzo: contactar cientos de perfiles cada semana, automatizar seguimientos, evitar errores y ahorrar más de 20 horas de trabajo manual. Comparado con hacerlo con una persona, es más eficiente, más constante y mucho más económico.
¿Quieres ver una comparación real en tiempo y dinero?
👉 Ver tabla comparativa